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5 CAUCETEROS CONDENADOS A PERPETUA POR EL ASESINATO DE UN FINQUERO

Se trata de 2 mujeres y 3 hombres los que fueron encontrados culpables del crimen realizado en noviembre de 2020.

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La Justicia sanjuanina condenó a reclusión perpetua a dos jóvenes, una madre y dos hijos cauceteros que mataron a golpes a un anciano que cuidaba una finca, para robarle un auto, una moto, un televisor y algunas máquinas y herramientas.

La máxima pena recayó contra Elio Castellano (24), Lucas Herrera (27), Viviana Pereyra (52), Leonela Moreta (31) y Martín Moreta (21), quienes ultimaron a golpes el 27 de noviembre de 2020 a Jorge Juan Brizuela (67) en su casa de la finca que cuidaba, sobre Avenida de Los Ríos.

Para el tribunal quedó probado que los cinco imputados cometieron un crimen triplemente agravado: por ser cometido con ensañamiento (hacer sufrir a la víctima), el acuerdo premeditado de dos o más personas y criminis causa, que se configura cuando el autor mata para poder cometer otro delito y salir impune.

En este caso ese otro delito fue el robo de una moto y el Renault Torino de la víctima, en el que cargaron un montón de cosas, incluidas un televisor, dos garrafas, dos parlantes, una pala y otras herramientas y máquinas.

El auto apareció quemado esa misma madrugada. Y al menos el televisor y una garrafa fueron devueltos por unos vecinos que los compraron cuando supieron que provenían del brutal ataque a Brizuela.

Según Castellano (uno de los asesinos que se quebró y confeso el hecho), las mujeres abordaron a la víctima y en eso Martín Moreta entró y le dio un «palazo» en la cabeza a Brizuela y que a la golpiza se sumaron los otros dos sujetos, también las mujeres, rasguñándolo y mordiéndolo, mientras lo inmovilizaban atándole las manos para atrás y los pies.

Esa misma noche Brizuela perdió la vida a causa de las graves lesiones que sufrió en su cabeza. Según Fiscalía, la tarde previa al homicidio, Pereyra y su hija Leonela habían ido hasta la finca a preguntarle a ese hombre si alquilaban una casa situada en la misma propiedad, porque se habían separado y no tenían dónde ir a vivir, una excusa que les sirvió para estudiar la vivienda y planificar el golpe.